Yarami Medina Possú
Tengo 16 años y nací el 8 de junio del 2007 en Cali, vivo con mi mamá, con mi padrastro y mis dos hermanos, siempre he tenido pasión por cantar no lo hago muy bien pero aún así me gusta, me encanta todo lo relacionado con la música, creo que es una forma maravillosa de expresión y conexión emocional. Mi sueño es convertirme en psicóloga por qué me apasiona ayudar a las personas a superar sus desafíos y mejorar su bienestar emocional.
Mi nombre es Yarami, nací en un pequeño pueblo llamado Oasis, y hasta el día de hoy sigo viviendo aquí, soy la esposa de un empresario muy exitoso, todos pensaran que es algo súper genial pero no lo es, ese hombre me golpea todos los días, y ya no estoy dispuesta a recibir un solo golpe más. Así que tome un cuchillo y se lo clave en el cuello repetidas veces en total le di 136 puñaladas en el cuello y otras partes de su cuerpo, en ese momento me sentí aliviada pero pensé “ lo mate, ahora que voy a hacer, ¿voy a ir a la cárcel?” empecé a respirar y a calmarme, recordé una película de terror que había visto hace unas semanas en la cual descuartizaban a sus víctimas, entonces decidí hacer lo mismo, en el momento en el que estaba descuartizando a mi esposo en el baño me di cuenta de que lo estaba disfrutando mucho, estaba disfrutando como cortaba sus partes una por una, como lo picaba, como lo destrozaba, eso fue muy placentero para mí. Le saque el corazón y lo pique en pedazos gritando que eso era lo que se merecía.
En el momento en el que empecé a sacarle los ojos llegaron mi cuñada y sus dos hijos, salí del baño y me dirigí a uno de los cuartos, les pedí que vinieran a ver algo muy interesante que les tenía guardado, me escondí detrás de la puerta y cuando entraron cerré la puerta de golpe, se asustaron mucho al verme cubierta de sangre, con un cuchillo y con una sonrisa, no lo pensé mucho y salte sobre mi cuñada, le rebane el cuello los niños se escondieron bajo la cama pero eso no fue un impedimento para mi, levante la cama y apuñale 3 veces a uno de los niños en su pecho, el otro pequeñín ni siquiera trató de escapar así que le corte el cuello.
Después de eso los arrastre uno por uno al baño para cortarlos en pedacitos a todos, a mi querida cuñada le saqué los ojos y le abrí el vientre, y ¡oh valla! me di cuenta de que no solo no estaba gorda si no que estaba embarazada, le saqué el bebé y me sorprendió mucho que el bebé siguiera con vida, tenía aproximadamente 7 meses, sabía que era un alma inocente que no tenía nada que ver pero de todas formas lo mate ahogándolo en la sangre de su familia.
Luego
empecé a limpiar todo de arriba a bajo, en la noche los enterré a todos
en el jardín trasero, tome una ducha, me perfume y espere a que amaneciera totalmente
para escapar en mi auto, me dirigí a un lugar donde nadie me encontraría jamás,
cambie mi identidad ahora me llamo Hannah mucho gusto, mírenme ahora, vivo
feliz sin preocupaciones no podría estar mejor , pedí empleo en un pequeño
orfanato y cuando me aceptaron casi muero de alegría, por que ya tenía a mis próximas
víctimas “sin duda esta es la vida que quiero”
Me dije a mi
misma, descuartizare a uno por uno y así nadie sospechará
El baúl del ancianato
Me
llamo Emiliana, tengo 62 años y vivo en un pequeño pueblo que se hace llamar La
Villa con mi hijo Sariel. Él siempre está trabajando y casi no tiene tiempo
para mí, a veces no me habla, me ignora y me trata mal, un día lo escuché
hablando por teléfono diciendo que ya no me soportaba y que lo mejor era
enviarme a un ancianato, yo sentía que para él solo era una carga, así que
cuando me propuso ir al ancianato no me negué, estando allá me sentí muy triste
pero conocí a un enfermero que me alegraba los días haciéndome reír, charlando
conmigo, entre otras cosas.
Un
día, bajé al sótano porque necesitaba uno de los bastones que se encontraban
ahí, me topé con un baúl muy peculiar, me acerqué y noté que desprendía un olor
repugnante que me producía ganas de vomitar, una anciana me sacó de ahí y me
empezó a contar que esto no era un ancianato y que hacían cosas horribles aquí,
pero no tuvo tiempo de contarme más pues fue interrumpida bruscamente por el
enfermero con el que siempre hablo, alegando que estaba loca, que a veces veía
cosas y se las llevó, yo no le creía así que empecé a investigar.
Aquel
día seguí a uno de los enfermeros sin que se diera cuenta hasta un cuarto de
extraño, el enfermero salió y no notó mi presencia así que entré. Lo que vi me
dejó en shock, era un anciano crucificado pude notar que tenía casi todos los
huesos del cuerpo rotos, una enfermera me descubrió y me dio un golpe que
me dejó completamente inconsciente.
Al
despertar o me di cuenta de que estaba amarrada a una mesa, noté que tenía
varios vidrios en la boca y no podía escupirlos pues una cinta me lo impedía,
giré mi cabeza y vi a una chica de aproximadamente 20 años que estaba en
la misma situación que yo, entraron unos hombres con unas herramientas
muy raras y empezaron a quitarle la piel a la chica, los encargados de esa
tarea parecían ser expertos pues mantenían a la chica viva mientras la
despellejaban lentamente. Para hacer esto retiraban la piel de las piernas
inferiores, los muslos y el trasero puesto que estas áreas se encontraban lejos
de los órganos vitales. Yo estaba muy asustada pero no me hicieron nada, en ese
momento su objetivo era la chica.
Cuando
terminaron de despellejarla tomaron un balde con límpido y lo derramaron sobre
ella, no sé si murió o se desmayó del dolor y no quiero imaginarlo. Después de
eso la metieron en un baúl y se la llevaron, voltearon hacia mí y me di cuenta
de que era la próxima, intenté gritar pero los vidrios me lo impedían, si hacía
un mal movimiento podría cortarme y ahogarme con mi propia sangre. Ya no tenía
esperanzas y mi cuerpo viejo no tenía fuerzas así que me rendí. Los enfermeros
me desnudaron y me metieron a una bañera llena de hielo, no me resistí, yo ya
había aceptado que iba a morir, me dolía el cuerpo, lo tenía adormecido y mis
dedos ya estaban azules.
A
lo lejos vi unos enfermeros metiendo a un anciano en un saco de papas le
rociaron gasolina y le prendieron fuego, los gritos agonizantes del
anciano me mataban en vida, yo ya no podía más. En ese momento derribaron la
puerta de una patada, resultó ser mi hijo y unos oficiales de policía,
capturaron a todos los enfermeros, mi hijo me sacó del agua y de inmediato
llamó a una ambulancia, cuando salí del hospital le pregunté a Sariel ¿Cómo me
encontraste?, ¿Por qué volviste? Y me contestó que hace algunos días volvió al
ancianato por qué se arrepintió de haberme mandado aquí, pero le dijeron que yo
había muerto por error, mi hijo se negó a creer eso y comenzó a investigar
encontrándose con todo lo anterior.
Me
pidió una disculpa muy conmovedora y yo con lágrimas en los ojos acepté, pero
sigo pensando. Todos hemos escuchado incontrolables disculpas, en este hermoso
mundo. Si comeremos un error, nos disculpamos. Aún así cometemos más errores.
Quizás… Nuestra disculpa va dirigida a nuestro próximo error.
UNA PAREJA ASESINA
En
el año 2013 en un pequeño pueblo junto a la costa, una pareja llamada Alex y
Luna, se conocieron en la playa durante una tarde soleada. Alex, un hombre
apasionado por la música, tocaba la guitarra junto a las olas, mientras Luna, paseaba por ahí.
El
sonido de la guitarra atajo la atención de Luna, quien se acercó con una
sonrisa. Comenzaron a conversar, compartiendo sus pasiones y sus sueños. Alex le
tocó una canción que había compuesto y Luna quedó cautivada por su talento.
Desde ese día pasaron mucho tiempo juntos, disfrutando de largos paseos por la
playa y cenas románticas bajo el cielo estrellado.
A
medida que pasaba el tiempo, su amor crecía y crecía, así mismo se iban
conociendo más a profundidad. Luna le contó a Alex que le encantaba pintar, en
ese momento Alex sintió mucha confianza y le empezó a contar que el tenía un
hobby un poco extraño y que por favor no se asustara, que le prometiera que no
se iba a asustar y Luna aceptó.
Alex
le dijo que le gustaba matar y cocinar personas, que era más como una obsesión y
quería que ella lo acompañara, inesperadamente Luna aceptó, ella le dijo que
tenía pensamientos un poco asesinos pero que nunca se atrevió a hacerle daño a
alguien, le fascinaba que el sí pudiera y quería que le enseñara.
Con
el tiempo la pareja se casó y fundaron una escuela que combinaba la música con
la pintura, solo escuchas una canción y retratas la sensación que te provoca, suena
increíble, lo sé, pero detrás de esto hay un propósito aterrador.
Un
día llegó a la escuela un chico llamado Gabriel, tenía más o menos unos 16 años
y se veía a leguas que era muy tímido, este inmediatamente llamó la atención de
Alex y Luna, ellos lo guiaron con engaños a una parte de la escuela que solo
ellos conocían, Alex golpeó fuertemente a Gabriel en la cabeza dejándolo
inconsciente. Cuando Gabriel se dio cuenta de que estaba amarrado encima de una
mesa no entendía lo que estaba pasando. Llegaron Alex y Luna, ellos lo querían una
tortura en pareja y lo escogieron a el, más tarde Alex comenzó a hacerle
pequeños cortes en partes estratégicas del cuerpo para extraer su sangre y
obsequiársela como pintura a Luna.
Gabriel
murió, perdió tanta sangre que su corazón no resistió, pero ellos no se
detuvieron ahí, con mucho esfuerzo le cortaron la cabeza, la desecharon enterrándola
atrás de la escuela. Empezaron a escoger que partes si y que partes no servían.
Polucionaron
las partes buenas y las llevaron a la cocina donde serían previamente cocinadas
por Luna. Luego de que estuvieran les dio a cada uno de los estudiantes y ellos
también comieron, se dieron cuenta de que era un sabor indestructiblemente
delicioso. Este proceso continuo; con los nuevos estudiantes y con los viejos a
los que casi nadie les ponía atención.
Toda la rabia que he estado desahogando con
las personas que matamos me hace disfrutar el dolor que sienten. Cuando
escuchas su último aliento de vida es verdaderamente excitante, murmuro Alex.
Cada
vez estaba más loco, manipulaba constantemente a Luna hasta que ella se cansó
de que Alex la manipulara con sus sentimientos hacia el. Luna ya no podía más,
el remordimiento estaba acabando poco a poco con ella y un día decidió terminar
con la vida de Alex, le dolía mucho que su amado estuviera muerto, a pesar de
todo ella lo amaba verdaderamente, así que se suicidó.
Ahora
entiendo que Luna siempre fue buena, solo quería que Alex la amara, decidió
cambiar todo por el, pero al final no pudo con tanto. Luna supuso que Alex también
iba a cambiar por ella, pero se equivocó .
Ella no sabía que al hablar abiertamente no solo evitamos mal entendidos, si no que también nos permitimos vivir auténticamente, no podemos confundir las cosas y si lo hacemos tenemos que abrir los ojos a tiempo.
DESTELLOS DE VIDA.
En esta ciudad calurosa, el amor no debe rogar ni tampoco
exigir, simplemente fluir como un río en primavera. La esperanza brilla en los
ojos de los jóvenes que anhelan un futuro mejor, mientras una sociedad
solitaria y ansiosa busca conexiones perdidas en un mundo cada vez más
distante.
En un espejo, la mirada de una mujer no solo refleja seguridad,
también una profunda tristeza en sus ojos cansados. Los desafíos de la vida
parecen insuperables, cada paso es un peso más en sus hombros ya cargados, el
recuerdo del primer beso solo le trae un amargo sabor a nostalgia por lo que
alguna vez sintió. La indiferencia y apatía son el pan de cada día, como
cuchillos que la cortan sin piedad, las cicatrices en su corazón son tantas…
que ya no se distinguen unas de otras, formando un entramado de dolor y
desolación. El silencio es un grito ahogado, un manto pesado que ahoga
cualquier intento de comunicación honesta y significativa.
En miedo de ese paisaje desolado, las palabras y
expresiones se dibujan en murmullos sin eco, formando en ella una desesperanza y
resignación que hacen que se sumerja en un vacío, cada destello de vida es
apenas una chispa fugaz en la oscuridad abrumadora, cada susurro del alma se
pierde en el vacío sin encontrar eco alguno, sin respuesta si consuelo.
El eco de los recuerdos perdidos.
Anahera, su nombre es de origen maorí y significa “arcángel o ángel”. Vivía en una casa acogedora en un vecindario tranquilo, trabajaba como ilustradora de cuentos infantiles, y siempre tenía una sonrisa cálida para sus vecinos. Sin embargo, detrás de esa fachada de normalidad, se ocultaba una mente retorcida, atrapada en el eco de recuerdos perdidos que resonaban en su interior.
Anahera había aprendido desde pequeña a disimular sus impulsos oscuros. La muerte accidental de su madre, que cayó por las escaleras cuando Anahera tenía solo seis años, fue el primer indicio de su naturaleza. La niña no había sentido nada, ni miedo ni tristeza, solo una extraña fascinación por la quietud del cuerpo sin vida. Ese fue el comienzo de una vida marcada por una falta total de empatía y una sed insaciable de control.A lo largo de los años, Anahera perfeccionó su capacidad de engañar. Sus habilidades artísticas y su naturaleza reservada le permitieron pasar desapercibida, mientras su mente se sumergía cada vez más en pensamientos oscuros. Dibujaba escenas de cuento de hadas, pero en su mente, cada línea y cada color estaban teñidos por sus fantasías morbosas.
Un día, mientras exploraba el ático de su casa, encontró un baúl viejo. Dentro, había una caja de madera llena de cartas y fotografías de su familia. Al desdoblar una carta, el aroma del papel antiguo y la tinta seca la transportó a una época que nunca había conocido realmente, pero que de alguna manera la atrapaba. Las palabras eran de su madre, dirigidas a su padre, llenas de amor y esperanza. Anahera sintió una punzada de algo desconocido, una emoción que no podía identificar.
Las cartas y las fotos despertaron en ella una extraña obsesión. Empezó a buscar más sobre su familia, sobre su pasado. Descubrió secretos oscuros, traiciones, y amores prohibidos que habían marcado a sus ancestros. Pero en lugar de sentir compasión o tristeza, Anahera sintió una profunda conexión con el dolor y el sufrimiento que esos recuerdos evocaban. Su mente, ya de por sí fragmentada, comenzó a desmoronarse aún más. Los recuerdos de su familia se entrelazaban con sus propias fantasías, creando un mundo alternativo en el que Anahera era tanto la víctima como la verdugo. Empezó a experimentar con pequeñas crueldades, dañando a animales callejeros y saboreando el control que ejercía sobre ellos.
Su primer verdadero “experimento” con un ser humano fue con un vecino anciano, el señor Thompson, que vivía solo al final de la calle. Anahera se acercó a él con su habitual encanto, ofreciéndose a ayudarle con las compras y a cuidar de su jardín. El anciano, agradecido por la compañía, nunca sospechó del peligro que acechaba.
Una noche, Anahera lo invitó a cenar. Cocinó una comida deliciosa, pero en la bebida del anciano vertió una dosis letal de veneno. Observó con una mezcla de fascinación y desapego cómo el señor Thompson se desplomaba, sus ojos llenos de confusión y miedo. Anahera sintió una extraña satisfacción al ver su vida apagarse, como si el acto de quitarle la vida completara algo dentro de ella.
A partir de ese momento, Anahera se convirtió en una experta en el arte de la manipulación y el asesinato. Sus víctimas eran cuidadosamente seleccionadas: solitarios, marginados, aquellos cuyas desapariciones no levantaría sospechas inmediatas. Cada muerte era un tributo a los ecos de los recuerdos perdidos que resonaban en su mente, una manera de darles vida a sus oscuros deseos.
Sin embargo, no podía escapar a su propia mente perturbada. Cada crimen la acercaba más al abismo de su locura. Las voces en su cabeza, los recuerdos distorsionados de su madre y de su familia, la perseguían sin tregua. En las noches, se despertaba empapada en sudor, los rostros de sus víctimas mirándola fijamente, acusándola.
Finalmente, la culpa, o algo similar a la culpa, comenzó a pesar en Anahera. El eco de los recuerdos perdidos se volvió insoportable. En un acto final de desesperación, decidió que debía unirse a ellos, convertirse en parte de ese oscuro legado que tanto la obsesionaba. Una noche, se sentó en el mismo ático donde había encontrado las cartas y fotografías, rodeada de los objetos que habían desencadenado su descenso a la locura.
Anahera preparó una última cena, esta vez para ella misma. Vertió una dosis letal de veneno en su bebida y la bebió lentamente, saboreando cada trago. A medida que el veneno hacía efecto, sintió una extraña calma. Se recostó en el suelo del ático, rodeada de los recuerdos de su familia, y cerró los ojos.
Mientras su vida se desvanecía, las voces en su cabeza se hicieron más claras. No eran acusaciones, sino susurros de bienvenida. Anahera, finalmente, se unió a los ecos de los recuerdos perdidos, dejando tras de sí una estela de misterio y terror en el tranquilo pueblo de Aldebarán.
ATRAPADA
La lluvia caía sin cesar sobre el techo de nuestra vieja casa en el centro de la ciudad, el sonido de las gotas golpeando las ventanas resonaba en el interior, un eco constante de tristeza llenaba cada rincón. En mi pequeño cuarto del fondo, me encontraba acurrucada en un rincón, abrazando mis rodillas y dejando que las lágrimas se mezclaran con la sangre que desprendían mis piernas cortadas.
Crecí en esta casa, una prisión construida no solo con ladrillos y cemento, sino también con los gritos y golpes que mi padre descargaba sobre mi mamá y sobre mí. Desde que tengo memoria, mi vida ha sido un torbellino de dolor y miedo. Mi madre, fue una mujer frágil y sumisa, soportó años de maltrato, tratando de protegerme, aunque su cuerpo mostraba las cicatrices de su fracaso.
A los 16 años, comencé a buscar refugio en las drogas. Al principio, eran solo pastillas que me daban mis “amigos” en el colegio, pero pronto mi necesidad de escapar se hizo más grande y las sustancias se volvieron más peligrosas. La heroína se convirtió en mi compañera constante, brindándome una ilusión de paz y olvido, aunque fuera por un momento la pesadilla en la que vivía.
La relación con mi mamá, aunque siempre amorosa, se deterioraba con cada nueva marca en mis brazos. Ella intentaba ayudarme, pero estaba tan rota como yo. Ambas éramos prisioneras en una misma celda, cada una lidiando con su sufrimiento a su manera, una noche, mi padre llegó a casa borracho, más violento de lo normal. Los gritos comenzaron a resonar en toda la casa. Perdida en mi mundo, apenas podía mantenerme consciente. A través del velo de mi adicción, escuché los gritos desesperados de mi mamá y el sonido de los golpes. La impotencia me paralizaba, incapaz de levantarme para ayudar. Horas después, cuando la casa quedó en silencio total, me arrastré hasta el sala. Encontré a mi mamá inconsciente en el suelo, con el rostro ensangrentado y moretones que se extendían por todo su cuerpo, en ese momento algo dentro de mí se rompió. La culpa y el odio hacia mi padre me consumieron. Con un último intento de tomar fuerza y levantarme, llamé a una ambulancia y a la policía.
Mi padre fue arrestado, y mi mamá fue llevada a el hospital. Yo, sin embargo, me quedé atrapada en la casa rodeada de recuerdos y sombras del pasado. La soledad se hizo más pesada y la droga más necesaria, los días se convirtieron en noches, y las noches en un vacío interminable.
Un día, mientras estaba sentada en el suelo de mi habitación, con la aguja lista para inyectarme otra dosis, me detuve, miré a mi alrededor y sentí una abrumadora ola de nostalgia. Recordé los pocos momentos felices de mi infancia, antes de que todo se volviera oscuro. Recordé los cuentos que mi mamá me leía antes de dormir, las tardes en el parque y los sueños de una vida mejor. En medio de mi desesperación, me inyecte más heroína de la que normalmente estoy acostumbrada, comencé a hiperventilar porque me dio un ataque de ansiedad, me sentía muy mareada y luego me desmaye. Al día siguiente desperté, pensé que moriría pero al parecer Dios aún me quiere viva, recordé que mi mamá estaba en el hospital, que mi padre está preso y que mi mamá y yo podemos construir una vida tranquila juntas.
Siento que Dios puso esos pensamientos en mi cabeza, creo que me dio una oportunidad de cambiar las cosas y no pienso desperdiciarla. Con lágrimas en los ojos, dejé caer la aguja, una pequeña chispa empezó a arder dentro de mí, sabía que debía salir de ese lugar y dejar atrás esos demonios que me perseguían.
Decidida a cambiar, busqué ayuda. Ingresé en un centro de rehabilitación, donde comencé un arduo camino hacia la recuperación. Los primeros meses fueron una lucha constante contra mis demonios internos, pero poco a poco, con el apoyo de otros que habían pasado por lo mismo, empecé a encontrar mi fuerza. Pasaron los años y aunque las cicatrices de mi pasado nunca desaparecieron por completo, aprendí a vivir con ellas. Mi mamá, quien también había encontrado la valentía para reconstruir su vida y yo comenzamos a sanar, a reconstruir una relación basada en el amor y el apoyo mutuo.
“Atrapada” es el título de mi historia, pero decidí reescribir el final. Ya no soy una prisionera del dolor y la adicción, sino una superviviente, una mujer que encontró la manera de liberarse de las cadenas del pasado y construir un futuro lleno de esperanza. Todo, absolutamente todo lo que estás haciendo para cumplir tus sueños o alcanzar tus objetivos vale la pena, tu esfuerzo diario, tu pasión, tu dedicación, tu disciplina, cada lágrima, cada prueba, cada obstáculo superado te está forjando para dar pasos y estar en el lugar que siempre has soñado.
Si yo pude, sin duda tú también podrás desprenderte de tus demonios internos.
Recuerda…
No hay mejor maestro que la experiencia más amarga de uno mismo. Kovo
La última decisión
Me encontraba en un abismo de desesperación, sumido en una depresión que parecía no tener fin. La tristeza me consumía por dentro, y no sabía cómo escapar de ella. Había perdido a la persona que más amaba, mi compañera de aventuras, mi mejor amiga, mi hermana.
Mi nombre es Jhoseth, pero mi hermana y mis padres me llamaban Jhousie tengo 19 años y estoy decidida a cambiar este ciclo de tristeza y depresión infinito. Decidí que no quería seguir viviendo en ese estado de desesperación. Quería superarme, quería encontrar una manera de salir de ese abismo y encontrar la felicidad de nuevo. Quería dejar atrás la tristeza y encontrar la luz al final del túnel. Comencé a tomar acción, a hacer cosas que me habían gustado antes pero que había abandonado. Empecé a correr, a leer, a explorar nuevos lugares. Y aunque la tristeza seguía estando ahí, empecé a sentir que podía superar la depresión, que podía encontrar la felicidad de nuevo.
Pero la superación personal no es fácil. Hay días en que la depresión vuelve a golpearme con fuerza, y siento que no puedo seguir adelante. Hay días en que la tristeza me consume por completo, y siento que no hay salida. Hay días en que siento que estoy sola en este mundo, y que nadie entiende lo que estoy pasando.
Sin embargo, sigo adelante. Sigo luchando, sigo buscando la luz al final del túnel. Sigo intentando encontrar la felicidad, aunque sea solo un destello de ella. Y aunque no sé qué me depara el futuro, sé que no me rindo. Sé que seguiré adelante, no importa lo que pase.
Eso decía antes de aquel fatídico día. Esa noche venía de ver a mi psicóloga, estaba brisando un poco pero yo seguí adelante, quería despejar mi mente así que tomé un camino que nunca había tomado, me sentía relajada hasta que pasé por un callejón solo y un poco oscuro, creí que no había nadie así que avancé, al llegar más o menos a la mitad comencé a escuchar unos pasos, como si me estuvieran siguiendo, miré hacia atrás y un hombre grande y corpulento estaba caminando detrás de mí. Empecé a sentir que algo no estaba bien así que caminé más rápido para salir de ahí, el hombre cada vez se acercaba más y más hasta que resbale, lo único que recuerdo es su pañuelo en mi cara con un olor extraño como a alcohol y otras cosas que no logro recordar.
Desperté en
un cuarto oscuro que tenía algunas ratas y un muy mal olor, me di cuenta de que
estaba en ropa interior y amarrada como un animal, pero no grité, no lloré, no
hice nada, ni siquiera me sentía asustada o nerviosa por lo que pudiera pasarme
en ese momento.
Me picaba la cabeza así que intenté rascarme con mi mano derecha y noté que tenía pequeños agujeritos como de inyecciones, entonces comprendí mi extraño comportamiento, no quería quedarme ahí, estaba drogada hasta no poder pensar con claridad, en ese momento entro el hombre, se dio cuenta de que estaba despierta y me metió un trapo en la boca y luego la selló con mucha cinta. Apareció otro hombre que parecía ser su jefe o algo por el estilo y le ordenó que se retirara, el era alto y musculoso, tenía ojos azules y cabello rizado de color rubio, era muy atractivo y parecía ser una buena persona, pero me di cuenta de que era todo lo contrario, este tenía una voz gruesa que me daba escalofríos y me temblaban hasta los huesos. Este comenzó a acariciarme el pelo, las piernas y casi todo el cuerpo de manera extraña, empezó a contarme un poco de su vida y de quién era él, dijo que se llamaba Nathael y que se dedicaba a modelar para una empresa poco reconocida, pero que eso solo era una fachada, que en realidad le gustaba torturar, violar y matar seres humanos, no importaba si era hombre o mujer, lo que importaba es que el lo disfrutaba, mencionó que su parte favorita era torturar ya que se le ocurrían maneras maravillosas de hacerlo. Yo estaba petrificada al escuchar su manera tan cínica de hablar, mi corazón comenzó a latir súper rápido como si quisiera escapar de mi pecho entonces me desmayé.
“Jhousie, Jhousie” escuché a alguien susurrando mi nombre abrí los ojos y me di cuenta de que era ese maníaco, encontró mi identificación entre mis cosas, eso era lo que pensaba pero más adelante me di cuenta de que en mi identificación decía Jhoseth no mi apodo, esto significa que todo esto ya estaba planeado, recordé que ya había visto a ese hombre corpulento antes por mi casa, yo no podía creer esto. Sin perder el tiempo intentó violarme varias veces pero no me dejé así que lo escuché replantear su plan dijo que iba a empezar por su parte favorita. Amarró mis piernas, mis brazos y mi cintura a una mesa, luego pude ver qué sacaba muchos tipos de cuchillos y comenzó a dibujar con ellos en mi piel, el dolor era tan intenso que no podía respirar, cada parte de mi cuerpo sudaba y eso hacía el dolor más intenso. No dejaba de cortarme podía sentir mi sangre abandonando mi cuerpo, podía sentirlo absolutamente todo, hasta que se detuvo. Salió de la habitación y regreso con una botella de whisky, bebió unos sorbos y luego la vertió sobre mi cuerpo, sentí un intenso dolor que me estaba quemando, no podía gritar por el trapo en mi boca, no podía respirar, me sentía asfixiada y creó que me desmayé porque no recuerdo nada hasta que abrí los ojos, no sé cuánto tiempo paso después de eso, mi sangre estaba seca así que supongo que fue bastante tiempo. En cuánto pasaban las horas mi dolor disminuyó pero eso no duró mucho ya que Nathael había regresado con otra idea para torturarme, en ese momento me pregunté que había hecho para merecer eso.
El comenzó a quemar mi abdomen y mis piernas, mis intentos de gritar resonaban solo en la habitación, aún no entiendo cómo pude sobrevivir a eso. Luego de cortarme, quemarme y electrocutarme un poco me liberaron, me dejaron tirada como basura en el mismo callejón, afortunadamente me encontraron y me llevaron a el hospital a tiempo, mi cuerpo quedó desfigurado. Pasaron días, semanas, meses y yo jamás pude hablar con alguien sobre lo que me pasó aquel día, siempre que cierro los ojos puedo ver su rostro con mi sangre, no puedo dormir, el insomnio se convirtió en algo muy recurrente en mi vida, sentí que me estaba volviendo loca, comencé a escuchar voces en mi cabeza, las noches se volvían un infierno, me sentía sucia, me sentía horrenda ya no podía más con el dolor, no u forma de callar las voces así que tomé la decisión de suicidarme colgándome.
Ahora solo
vago por este plano, sin rumbo alguno, la agonía me desgarró el alma, el dolor
me partió en dos, y la oscuridad me tragó, dejándome en un vacío eterno, sin
esperanza, sin luz, sin nada.
HUMO
Ya ni sé qué hora es. Quizá ni importe, el reloj dejó de tener sentido cuando me hundí en este agujero. La habitación está ahogada por el humo, el olor a marihuana impregnado en mis dedos, en mis labios, en todo lo que toco. No queda nada limpio aquí, ni siquiera yo.
Dije que no volvería a hacerlo, lo juré mil veces mientras aspiraba el polvo blanco que me quemaba las fosas nasales, cada inhalación era una promesa rota, una confesión al vacío de que ya no hay vuelta atrás, en medio de esa euforia falsa, la realidad me golpea como un cuchillo bien afilado. El dolor es lo único que me mantiene cuerda, lo único que me hace sentir algo en este infierno de paredes sucias y cuerpos vacíos.
Aún puedo
escuchar sus gritos, no se callan. No importa cuánta droga inhale, cuántas
veces apague la luz o suba el volumen de la música. Siguen ahí, retumbando en
mi cabeza. La primera vez que lo hice, fue como una revelación, un eco de mi
propia oscuridad, una liberación que no sabía que necesitaba. No fue por odio,
no fue por placer simplemente lo hice. El brillo de sus ojos apagándose
lentamente mientras su cuerpo temblaba… Eso fue lo único que me hizo sentir
algo verdadero. Y después de eso, no hubo marcha atrás.
Cada muerte era más brutal que la anterior. La sangre corriendo por mis manos como ríos de desesperación. Golpe tras golpe, corte tras corte. Nadie gritaba tan fuerte como yo lo hacía por dentro, pero ellos nunca lo escucharon, nadie lo escucha, todos ven a la tipa que finge estar bien, que fuma un porro y suelta una sonrisa vacía. Pero no ven lo que estoy haciendo cuando las luces se apagan, cuando el dolor en mi pecho es tan insoportable que solo puedo callarlo con violencia.
A Claudia, mi mejor amiga, le dije que me alejaba de las drogas. Que estaba bien, que solo necesitaba un poco de tiempo, ella me creyó, claro, siempre lo hacía. Esa fue su maldita condena. Me la llevé conmigo, a este infierno que no tiene salida, al principio, pensaba que podía salvarme, ella lo intentó, con sus abrazos cargados de lujuria y desesperación. Creía que su cuerpo podría curar lo roto dentro de mí, y por un momento le dejé pensar que tenía razón.
Pero la verdad siempre encuentra una manera de salir a flote y la verdad es que nunca fui capaz de amar. Solo supe destruir, incluso a ella.
Estábamos en la cama, el sudor mezclado con el olor a marihuana era extasíate. Su cuerpo se estremecía cuando apreté sus manos con demasiada fuerza. No sé por qué lo hice, simplemente pasó. Ella no lo vio venir, claro, nadie lo ve. Su sonrisa se congeló en sus labios, sus ojos llenos de terror. No hizo falta mucho para que su cuello cediera bajo la presión de mis manos. Y entonces, silencio. Todo el silencio que llevaba tanto tiempo buscando, un segundo de paz.
Después de eso,
todo se fue a la mierda. No pude quedarme quieta, mis manos temblaban mientras
envolvía su cuerpo en las sábanas. Mi cabeza no paraba. Claudia era mi última
esperanza, y ahora? No quedaba nada. Solo el abismo que me llamaba, y estaba
tan cerca que podía sentirlo tirando de mí.
Agarré el
cuchillo, el mismo que había usado tantas veces antes, al sostenerlo me daba una sensación de control, aunque
fuera falsa. Quería sentir algo, cualquier cosa. Hice un corte en mi brazo,
solo para ver la sangre brotar, solo para recordarme que aún estaba viva, pero
no fue suficiente, nada lo era.
El teléfono
comenzó a sonar, ignoré las primeras llamadas, pero no se detenían, sabía quién
era, sabía lo que querían. Me quedé mirando el teléfono un buen rato, hasta que
contesté.
¿Dónde está
Claudia? Preguntó la voz de su madre al otro lado. Una risa salió de mi
garganta antes de que pudiera detenerla.
¿Claudia? – dije, ella ya no está.
Corté la llamada, de alguna forma, ya no importaba, estaba en un punto donde todo se fundía en un mar de desesperación, miedo y rabia me acerqué a la ventana y la abrí, el aire frío golpeó mi rostro, una bofetada que me devolvió al presente. Desde lo alto del edificio podía ver la ciudad, esa maldita jungla de concreto.
La decisión estaba tomada, el cuchillo todavía en mi mano, mis dedos manchados de sangre. Era hora de acabar con todo. Subí a la terraza y me monté en la baranda, sentí mi cuerpo balanceándose con el viento, la adrenalina corriendo por mis venas, en ese momento, todo se aclaró. Todo lo que había hecho, todo lo que había sido, no importaba. Claudia, los otros, el dolor, las drogas… Todo se desvanecía en un eco distante, solo quedaba el vacío, y ese vacío me estaba llamando.
“Nunca seremos libres” murmuré mientras extendía los brazos “nunca escaparemos de lo que somos”
Salté.
Y en ese último segundo, antes de que mi cuerpo se estrellara contra el suelo, lo entendí, el dolor, la desesperación, las adicciones, las muertes… Todo fue solo una sombra. Algo pasajero, como el humo de un cigarrillo que se disipa en el viento. Nos aferramos a él como si fuera lo único que importa, pero al final, nada permanece. Solo el vacío.
A veces creemos
que el dolor y la desesperación son todo lo que tenemos, que somos prisioneros
de nuestras adicciones, nuestros errores o nuestros demonios. Pero la verdad es
que esos sentimientos, esas sombras, no son más que cadenas que nosotros mismos
nos colocamos. La verdadera libertad no está en huir, en destruir o en
consumirnos, la libertad está en dejar ir. Solo entonces podremos liberarnos
del peso que llevamos.
Pero algunos de
nosotros lo descubrimos demasiado tarde.
¿En realidad estamos seguros?
Siempre nos dicen que el mundo está hecho de reglas, que todo sigue un orden, un propósito, que si haces lo correcto, las cosas funcionarán para ti. Pero esa es la mentira más grande, el mundo no es un lugar seguro. Nunca lo fue.
Mi nombre es Octavia, tengo 17 años y estoy rota, no en el sentido dramático de alguna película barata, sino rota de verdad, jodida hasta el punto en que la vida ya no tiene sentido, y aún así, aquí estoy. No sé cómo llegué a este punto, ni cuándo todo se desmoronó, pero puedo decir que lo vi venir desde hace mucho.
Siempre me gustó observar a la gente. Me fascinaba la forma en que las personas se movían en sus pequeñas rutinas, como autómatas programados. Siempre pensando que están seguros, que el orden del mundo los protege. Pero lo cierto es que todos estamos al borde de un abismo. Uno que construimos con nuestras propias manos y nadie lo nota hasta que caen. En mi mundo, no hay seguridad. No hay futuro brillante, no hay esperanza. Todo se desintegra más rápido de lo que cualquiera puede arreglarlo. La vida no es más que una ilusión de control. Creemos que somos dueños de nuestro destino, pero la verdad es que somos esclavos de nuestras propias mentes. Nos destruimos desde dentro.
Yo lo hice. Lo hice a través de cada jodida decisión que tomé, las drogas ayudaron a apagar las voces al principio. Las fiestas, el sexo, el alcohol… todo era una forma de llenar el vacío. Cada línea que inhalaba me acercaba más al borde, cada botella vacía me hacía sentir menos y menos. Es curioso cómo la destrucción puede sentirse tan bien. Hay algo filosófico en cómo destrozamos nuestro cuerpo y mente, pero seguimos esperando algún tipo de redención.
Fue en una de esas fiestas cuando conocí a Stefan. Su cabello caía desordenado sobre sus ojos oscuros, y su sonrisa era la de alguien que había dejado de preocuparse por la vida hace mucho tiempo. Esa noche, en el apartamento abandonado lleno de grafitis y polvo, me dio una pastilla que me hizo sentir invencible. Me hizo sentir que por fin tenía el control de algo.
Pero la verdad es que fue ahí donde todo comenzó a desmoronarse más rápido de lo que jamás imaginé.
Esa noche no fue diferente a cualquier otra, cuerpos moviéndose entre las sombras, el sudor y el sexo mezclados con el hedor de la decadencia. Pero algo en el aire era más denso, más oscuro. Me encontré con Stefan en una habitación apartada, el sonido de la música amortiguado por las paredes. Sus ojos brillaban con una intensidad que daba miedo. Me dio otra pastilla, más fuerte. El cuarto comenzó a dar vueltas, y las luces titilaban como si todo estuviera a punto de explotar.
-¿En realidad estás segura de que esto es real? -me preguntó, su voz retumbando en mi mente mientras yo me dejaba caer sobre un sofá lleno de manchas de vidas pasadas.
¿Segura?
Es una palabra estúpida. La seguridad es una broma. Nada en este mundo es seguro, ni siquiera tus propios pensamientos.
La droga empezó a hacer efecto. Mi mente se fragmentaba, y las imágenes se volvían más y más retorcidas. Stefan me miraba como si supiera lo que estaba ocurriendo dentro de mi cabeza. Nos destruimos con la mente, pensé. Somos nuestros peores enemigos. Todo lo que tememos, lo construimos en nuestra propia cabeza. El caos es mental, no físico.
Las primeras imágenes comenzaron a materializarse en mi visión borrosa. El cuarto ya no estaba lleno de fiesta, era un matadero. Vi cuerpos colgados del techo, con las gargantas cortadas. Sangre por todas partes, goteando desde el techo, cubriendo las paredes en patrones hipnóticos. No había dolor en sus caras, solo la paz del vacío. Y en el centro, Stefan, sonriendo mientras se cortaba los brazos con una cuchilla oxidada. La sangre chorreaba lentamente mientras su risa se mezclaba con la música que parecía venir desde otra dimensión.
-La muerte es arte, susurró, y cada palabra perforaba mi cerebro como si fuera un clavo.
A partir de esa noche, todo fue más oscuro, más sangriento. La realidad se desintegraba cada vez que abría los ojos. Veía a mis amigos destruirse a sí mismos con cada dosis, cada línea. Una noche, Andrea, mi mejor amiga, se acercó a mí con una sonrisa rota, sus pupilas tan dilatadas que casi no había color en sus ojos. Se había convertido en una sombra de lo que alguna vez fue, y en sus manos sostenía una cuerda.
- Octavia, -dijo, con una calma espantosa -, creo que voy a saltar.
Me reí. Fue una reacción automática, como si el suicidio ya no fuera algo trágico, sino parte del ciclo. Nos reímos juntas. Risas entrecortadas por la desesperación. La cuerda la abrazó, y el salto fue breve, un final sin estruendo. El sonido de su cuello rompiéndose fue más suave de lo que esperaba. Pero no sentí tristeza. Sentí… alivio. Una sensación de justicia, como si ella hubiera encontrado la única salida posible.
Las semanas siguientes se mezclaron en una niebla de sangre, cuerpos y noches sin fin. En cada esquina, alguien moría. Accidentes, sobredosis, suicidios. La muerte era constante, inevitable. La ciudad misma parecía estar desmoronándose. Cada vida que se apagaba me hacía preguntarme: ¿Qué estamos haciendo aquí? ¿En qué momento dejamos de luchar por vivir y empezamos a disfrutar nuestra propia destrucción? Quizás nunca hubo diferencia.
La mente nos traiciona.
Nos
hace creer que podemos controlarlo todo, que somos los autores de nuestro
destino. Pero la verdad es que estamos constantemente saboteándonos. Destruimos
lo poco que queda de nuestra humanidad con cada decisión, con cada mentira que
nos contamos. Somos nuestros propios verdugos. Y el arte de la destrucción es
el único arte verdadero.
Stefan siempre estaba ahí, observando. Cada muerte lo hacía sonreír más. Una vez, después de otra fiesta infernal, lo encontré de pie sobre el borde de un edificio. Las luces de la ciudad brillaban bajo sus pies, y su risa resonaba en el viento.
-Todo
esto es solo un juego, Stefan, -me dijo-. No estamos seguros. Nunca lo hemos
estado. ¿Sabes por qué? Porque la seguridad es una fantasía. Y nosotros, los
que hemos despertado, entendemos que no hay salida. No hay reglas. No hay
moral. Solo está el caos. Y el caos… -se detuvo, mirando hacia el vacío bajo él
-…es lo único real.
Saltó
y no hubo ningún grito, solo el silencio que siguió.
No
sé cómo llegué a este punto. No sé en qué momento perdí el control por
completo. Pero la verdad es que nunca estuve en control. Nunca lo estuvimos.
Todo lo que hacemos, todo lo que creemos, es una construcción débil que se
desmorona con el primer soplo de realidad.
Ahora, estoy aquí, sentada frente a un espejo roto. Mi rostro está cubierto de manchas de sangre seca. No sé si es mía o de alguien más. El cuchillo en mi mano tiembla mientras lo miro, brillante bajo la luz parpadeante de la habitación.
¿Estamos seguros?
No, la única certeza que tengo es que el caos es eterno, y no importa cuánto luchemos, estamos condenados a destruirnos.
Destruimos el mundo, destruimos a los demás, y al final, nos destruimos a nosotros mismos.
Y quizá… eso es lo que siempre quisimos.
FIN
¿Qué
significa realmente triunfar?
La sangre
que cubre mis manos se ha enfriado. La observo resbalar lentamente entre mis
dedos, creando pequeños ríos que parecen tener vida propia. Me pregunto si de
algún modo, esa sangre sigue siendo parte de mí. Tal vez no, tal vez hace mucho
que dejé de ser parte de cualquier cosa.
Me llamo
Kalie, o al menos así solía Ilamarme. Hoy no estoy tan segura, la persona que
solía ser ha quedado atrás, enterrada en algún rincón oscuro de mi mente, me
siento como una sombra, como un espectro flotante en un mundo que dejó de tener
sentido. La realidad y la fantasía se entrelazan de formas tan intrincadas que
ya no sé qué es lo que he vivido y qué es lo que mi mente fragmentada ha fabricado. Estoy al borde, al filo de algo
inmenso, algo que ha estado devorando mi
cordura lentamente, mordida a mordida.
Es curioso cómo todos creen que triunfar es algo simple. Te dicen que tienes que esforzarte, que tienes que luchar y sacrificarte por tus metas, y que al final, si logras todo eso, serás feliz, pero ¿qué sucede cuando llegas ahí, a la cima, y te das cuenta de que todo lo que has hecho es destruirte a ti misma en el proceso? ¿Qué pasa cuando el éxito solo significa que has alcanzado la soledad absoluta, la desconexión total con tu propia humanidad?
Nadie habla de la corrosión mental, de lo que sucede cuando te exiges más allá de tus límites. La gente no quiere escuchar sobre los fantasmas que susurran en tu oído cuando intentas dormir, ni sobre los pensamientos oscuros que invaden tu mente en cada instante. No, para ellos la salud mental es un lujo, algo que solo mencionan cuando ya es demasiado tarde.
He estado pensando en los filósofos de la mente. Aquellos que cuestionan si realmente existimos como seres completos o si somos solo fragmentos de una conciencia rota, ¿Cómo se define el "yo"? ¿Qué parte de mí está viva y cuál está muerta? He leído sobre Descartes y su famosa frase: "Pienso, luego existo". Pero, ¿qué pasa cuando esos pensamientos te destruyen? ¿Cuándo tu mente se convierte en un campo de batalla donde las partes más oscuras de ti misma pelean por el control? ¿Existes realmente cuando tu realidad se ha fracturado en millones de pedazos?
La disociación es una palabra técnica, una etiqueta que los psiquiatras usan para describir lo que me sucede. Pero no creo que ninguno de ellos realmente entienda lo que significa vivirlo. Es como flotar en el aire, ver tu propio cuerpo desde la distancia, sentir que tus manos y tus pies ya no son tuyos, como si cada célula de tu piel estuviera divorciada de ti. Hace poco, me miré en el espejo y vi a una extraña. No era yo, los ojos eran vacíos, la piel opaca, el pelo sucio y descuidado, la sonrisa torcida que apareció en el reflejo fue como si otra versión de mí se burlara desde el otro lado del cristal, desafiándome a reconocerme, no lo hice, porque en ese momento no había nada que reconocer.
He estado recibiendo visitas Lizie y Bennett han estado aquí, en esta casa que una vez fue nuestra. Sé que no son reales, lo sé en lo más profundo, pero aún así, los veo, los escucho. Sus palabras son tan claras que no puedo ignorarlas. Lizie se sienta en el mueble con las piernas cruzadas con esa postura perfecta que siempre tuvo, con esa sonrisa que parece tan genuina y tan falsa a la vez. Ella me dice que todo esto es culpa mía. "Deberías haberme escuchado, Kalie", me lo repite constantemente, como una maldita canción fastidiosa. La veo en todas partes, incluso en los rincones más oscuros de mi mente. No sé qué es peor su ausencia o su presencia.
Bennett es diferente. Él no me reprocha nada solo está ahí, en silencio, observándome. A veces aparece en la cocina, con las manos manchadas de sangre y otras veces lo veo en el baño, el agua mezclándose con la sangre que emana de su cuerpo es sorprendente. Nunca habla, solo me observa con esa expresión distante,como si supiera algo que yo no. Como si fuera él quien tuviera las respuestas a todas las preguntas que me atormentan.
Pero ninguno de ellos está realmente aquí. Lo sé, ambos están muertos. Lizie se ahogó en su propia sangre, la bañera desbordada y sus muñecas abiertas como puertas que dejaron escapar su vida. Bennett, él eligió el sótano, una cuerda gruesa alrededor de su cuello, balanceándose lentamente cuando lo encontré. Pero aunque no están físicamente aquí, su presencia es una constante. Sus voces son ecos en mi mente, reflejos de mi propia culpa, de mi propio fracaso.
Hay días en que mi cabeza es una tormenta de pensamientos confusos y violentos. Siento que mi cerebro está siendo consumido por dentro, corroído por años de traumas acumulados, de dolores que nunca tuvieron salida. Mi psicóloga dice que estoy en un estado avanzado de depresión y disociación, que necesito "ayuda profesional", pero, ¿De qué sirve todo eso cuando el daño ya está hecho?
Las alucinaciones son mi nueva realidad. Al principio, eran pequeñas, casi imperceptibles. Una sombra que veo de reojo, una voz distante que susurraba mi nombre. Pero con el tiempo, las visiones se volvieron más intensas. A veces, mi propia piel parece estar podrida, descomponiéndose en tiempo real, mostrando carne y hueso debajo. Puedo ver las moscas zumbando alrededor, puedo sentir el hedor, pero no sé si es real o si mi mente me está engañando de nuevo. El peor momento fue cuando vi mi propia muerte, no fue un sueño ni una fantasía, estaba despierta, completamente consciente, cuando vi mi cuerpo colgado del techo, balanceándose de un lado a otro, la cuerda tensa alrededor de mi cuello. Sentí la presión, el asfixia, pero al mismo tiempo observaba todo desde fuera, como si mi mente hubiera creado una versión alternativa de mi destino, aunque sabía que no era real, el alivio que sentí en ese momento fue abrumador.
Hoy es el día, lo sé porque lo he decidido, no hay vuelta atrás. La verdad es que todos me han traicionado, incluso yo misma. No hay nadie en quien confiar, ni siquiera en mi propia mente. Lizie y Bennett eran solo piezas de un rompecabezas roto, partes de una vida que nunca fue lo que parecía. Ambos me abandonaron, me dejaron sola en este infierno que compartíamos.
La cuchilla brilla en la luz tenue del baño, es afilada, precisa, la he utilizado antes, pero esta vez es diferente esta vez no es un grito de auxilio. Esta vez es el final. Mientras presiono la navaja contra mi piel, siento la sangre brotar, caliente y densa. Es casi reconfortante, como si el dolor físico finalmente me liberara del tormento mental que he soportado durante tanto tiempo.
Mi pregunta final es... ¿Esto es lo que significa triunfar? ¿Es este el destino final de alguien que ha luchado tan desesperadamente por mantener el control de su propia vida, solo para perderlo por completo?. No hay respuestas, solo está el eco de mi respiración, lenta, vacilante, mientras todo se va desvaneciendo.
Los ojos se me cierran, y por primera vez en mucho tiempo, siento que estoy flotando, el dolor se va, las voces desaparecen, Lizie y Bennett ya no están. Estoy sola, y eso está bien, porque ahora entiendo que el verdadero triunfo es la liberación.
Y mientras
la oscuridad me envuelve, finalmente siento que lo he logrado.
Me gusta mucho dibujar,
pintar, leer y observar un poco mi entorno, cuando quiero expresar algún
sentimiento, suelo escribir textos reflexivos como estos, supongo que eso es
todo ☺️✌🏻.
¿Es necesario estar aquí?
Una laguna en completo caos,
simplemente quiero ahogarme en ella, ya no quiero sentir, esto poco a poco me
está consumiendo.
Alguien puede escucharme ¿Por
qué nadie lo hace?
Como ser humano solo busco un poco de comprensión, cada día trato de comprenderme y tratar de entender que sucede en mi interior, y en viceversa trato de entender al prójimo, quiero saber porque cada persona actúa como actúa, simplemente quiero comprender a los demás, tanto como deseo comprenderme a mi.
Hay tantas formas de
solucionar las cosas, pero porque siempre elijo la que me produce dolor, esa es
mi forma de castigarme, no debería de hacerlo pero no puedo evitarlo, he leído
que cada cosa que me diga o me haga siendo algo negativo para mí, eso significa
que no me quiero en absoluto, si me quisiera no me diría cosas como estás
"tonto(a), torpe, no lo merezco", palabras similares que nos
desprestigien y nos den poco valor. Esos pensamientos me persiguen a cada lugar
que voy, no sé cuando vaya a superar las cosas desagradables que me sucedieron
cuando solo estaba comprendiendo que sería otro ser humano, al cual dejaron sin
importarles si algún día me llegaría a preguntar ¿Por qué lo hicieron? Solo
debían escucharme, tan solo eso necesitaba ser comprendido(a).
Un porcentaje de las personas que han asesinado, se han drogado o han cometido alguna otra cosa inmoral, hicieron lo que hicieron por algo que hace falta en gran parte de el mundo,y es darle atención, comprensión y sobre todo escuchar, a ese(a), mujer o hombre que en tiempos atrás fue niño(a), no estoy justificado sus actos por lo que les sucedió en su infancia, porque hay personas que tienen todo lo mencionado y aún así hacen las peores cosas posibles y en viceversa, hay personas que no han tenido atención ni compresión y han hecho todo a su alcance para vivir dignamente, pero tenemos que comprender que cada ser humano asimila las cosas muy diferente al otro, y es aquí donde nosotros como seres humanos debemos tener la comprensión que se necesita en la humanidad.
Hoy en día soy una persona
adulta de 35 años que prefiere mantener su identidad oculta.
Agradezco a los libros que me ayudaron a entender que no hay nada malo en mi, que solo necesitaba comprenderme, aprender a amarme, aprender aceptar mis errores, entender que no estoy solo(a), que cada ser humano es valioso, que nadie es mejor que nadie, que ninguna persona tiene derecho de juzgar a otra persona sin conocer el porque que llevo a la persona a tomar tal decisión, que la manera de calmar mi dolor no es haciéndome daño y cuestionando cada pensamiento. La manera que he encontrado es que hay que descifrar de donde provienen y acabarlos, no es fácil auto convencernos de dejar lo que nos ha herido tanto, pero debemos hacerlo, quiero decir que vivamos un día a la vez, que sigamos adelante y tratemos de superar ese dolor que nos atormenta, ya que si no llegamos hacerlo ese dolor va creciendo hasta que terminamos ahogados en la laguna en la cual la única salida es morir, morir para ya no sentir. No podemos dejar que la única oportunidad de ver el hermoso cielo de la mañana se desvanezca¿Te has detenido a observar lo hermoso que es el mundo? Se que ahora miras tú entorno y no te parece nada agradable, pero y si te digo que si vives, llegarás a encontrar y a apreciar las diferentes partes del mundo . Se que se necesita una razón para estar aquí se que simplemente somos humanos, porque no nos convertimos en nuestra propia razón de vivir y día a día vayamos abandonando cada herida y pensamiento que nos destruye, y comencemos a encontrar nuestra propia pasión para vivir, solo tenemos una vida hagamos lo que más nos apasione conociendo el mundo, apreciando el lugar en el nacimos, apreciar nuestro ser, y convirtiendo esa pasión en nuestra razón de estar aquí.
¿Si muriera hoy me sentiría
satisfecho(a) con lo que he logrado?.
LO QUE LE FALTA A COLOMBIA
Observaremos un análisis del
ensayo “Lo que le falta a Colombia” escrito por William Ospina, el cual analiza
los desafíos estructurales que enfrenta nuestro país, ofreciendo criticas
reflexivas y perspicaces de las cuestiones culturales y políticas.
Pero habría que leer el texto
original para poder comprender mejor el enfoque crítico y constructivo sobre
las raíces de los problemas de Colombia que analiza Ospina.
El ensayo de Ospina nos obliga a preguntarnos ¿Qué aspectos clave necesita cambiar nuestro país para alcanzar su verdadero potencia.
Ospina hace un estudio
profundo el cual nos pide considerar ¿Qué cambios estructurales y culturales
son necesarios para que este país prospere?
Por lo que es fundamental
considerar varios elementos esenciales que le falta a Colombia para lograr un
desarrollo inclusivo y sostenible.
Otra problemática fundamental
mencionada por Ospina fue la falta de proyecto Nacional coherente y con visión
de futuro.
No necesitamos políticas
fragmentadas y de corto plazo, al contrario, Colombia necesita estrategias
unificadas que reflejen los esfuerzos de las regiones y sectores del país.
Esto quiere decir que no solo
la participación del gobierno debe influir sino también la participación de
todos los ciudadanos.
Ospina también enfatiza la
importancia de la justicia y la igualdad como fundamentos de paz y prosperidad en
nuestro país el cual ha sido manchado por la violencia, desigualdad y vulneración
de derechos.
Como habitantes, somos los
encargados de construir una sociedad justa y equitativa esto suena como un
sueño, pero tenemos el derecho de participar políticamente y decidir si no
incluye reformas que puedan ser importantes para el poder judicial para
garantizar la justicia, la eficiencia y el acceso a los estudiantes una educación
de calidad y que quienes no lo tengan deberían tenerlo porque todos merecen una
educación de calidad y el hecho de elegir mal los beneficiados serian unos
cuantos, y no todos los habitantes del país.
Ospina también aboga por la compensación
de las víctimas del conflicto y que se reconozca que sus derechos y dignidad
han sido vulnerados.
__ Yo reconozco que el
gobierno colombiano no hace lo necesario por las personas que han sido
despojadas de sus tierras y que ahora viven en condición de desplazados.
En el ensayo Ospina también recalca que los valores culturales y naturales de nuestro país son a menudo explotados sin tener en cuenta la prosperidad del país a largo plazo. La biodiversidad y nuestro patrimonio cultural son recursos valiosos que deben protegerse y promoverse como parte de nuestra identidad Nacional.
Como se pudo leer en este análisis
personal sobre el ensayo de William Ospina, hemos identificado la mayoría de los
temas que toco Ospina referente a las problemáticas de nuestro país y a unas posibles
soluciones a largo plazo.
Este ensayo me dejo algunas
preguntas y una de ella es ¿Podrá nuestra Colombia superar los desafíos históricos
para construir un futuro más próspero para todos los habitantes?
Como alcanzamos a leer Ospina
nos deja un desafío de reflexión, recordándonos que el cambio comienza con la
voluntad de cada uno de nosotros.
EL ELOGIO DE LA DIFICULTAD
Alguna vez has leído un ensayo que abordé temas como, por ejemplo, el cual considere importante los desafíos y las adversidades, y como aquellas probablemente sean la base de nuestro crecimiento personal, a continuación, podrás leer mi ensayo y observar cómo se puede analizar Elogio de la dificultad como posiblemente lo interpretaba Estanislao Zuleta.
En el ensayo se observa como Zuleta inicia su análisis
criticando la tendencia moderna de evitar los problemas y buscar soluciones fáciles,
el resultado es el hecho de que algo nos sea cómodo y fácil no significa que
nos haga feliz, pienso personalmente que esto sucede porque en el fondo sabemos
que no nos estamos esforzando lo suficiente tal vez se pregunte entonces ¿Qué
es lo suficiente? Analizando puedo decir que lo suficiente puede ser avanzar
cada día hacia lo que deseamos, puede ser estudiar lo que queremos, ser la
persona que deseamos ser, trabajar en lo que nos apasiona etc. Y al llegar
hasta ese punto no debemos preocuparnos por ser felices, porque la felicidad
debemos obtenerla antes de tener lo que deseamos, ¿Como ser feliz antes de obtener
lo que creo que me haría feliz? Es sencillo deja de pensar que al tener lo que
quieres ser vas a ser feliz, así no funciona ya que la felicidad son todos
aquellos pequeños momentos en los que nos sentimos bien con el simple hecho de existir
y realizar cosas que requieren de esfuerzo. Por ese motivo al enfrentar y
conquistar cosas difíciles las cuales requieren nuestro esfuerzo tenemos una
felicidad genuina.
Zuleta no tan solo aborda la tendencia moderna,
sino que se extiende y aborda el tema del conocimiento señalando que el aprendizaje
y el descubrimiento están conectados con la superación de obstáculos.
Y es ahí donde se comprende que resolver
problemas complejos y enfrentar acertijos nos ayuda a ampliar nuestros horizontes
intelectuales y profundizar la comprensión del mundo.
Básicamente los desafíos no son malos, son
útiles para aprender y crecer, y si solo huimos de ellos nos estancaremos, no
se generará un cambio ni habrá avance.
Zuleta afirma que las relaciones son beneficiosas
para superar desafíos, las reales y duraderas no son arcoíris y mariposas. Los
momentos difíciles que atraviesan justos fortalece el vínculo, ya que al poder
afrontar problemas y buscar una solución es muy importante para establecer
relaciones basadas en el respeto y trabajo conjunto.
Si buscamos un
camino fácil y nunca nos ocupamos de los problemas terminamos no prestando atención
a lo más importante que poseemos que es la vida, en cambio si aceptamos las
dificultades puede significar tener una vida de metas y progreso
Estanislao Zuleta
expande su pensamiento al ámbito político y social, e indica que en un mundo desordenado
lidiar con cosas difíciles también significa saber que las cosas están mal y
hacer algo al respecto Zuleta añade que no ocuparse de los problemas sociales y
centrarse únicamente en la comodidad propia es como aceptar que las cosas son injustas.
Básicamente esto significa que debemos ver los desafíos como oportunidades para
hacer las cosas mejor y más justa para todos.
Elogio de la
dificultad de Estanislao Zuleta nos ayuda a comprender y a considerar como manejamos
los desafíos de la vida.
Por ende, en el
ensayo vimos como Zuleta dice que los desafíos son buenos para crecer, aprender,
conectarse con los demás y hacer lo correcto en un mundo donde solo queremos
estar cómodos y no tener que trabajar demasiado, pero bueno simplemente hagamos
lo que tengamos que hacer para sobrevivir en la vida, solo tú decides que vida
deseas llevar, recuerda que eres tu propio guía.
LA DESICIÓN
Me desperté con una sensación familiar, esa mezcla entre vacío y peso que ya me había acompañado por mucho tiempo. Era como si cada día me levantara con un bloque de cemento atado al pecho, cada respiro más difícil que el anterior. Miraba el techo y me preguntaba si ese día sería el último, si finalmente todo ese dolor podría acabar.
Había llegado al límite. Intenté buscar respuestas en mi mente, pero lo único que encontraba era un eco vacío que me repetía lo mismo: “nada va a mejorar”. Así que lo intenté. Más de una vez, en silencio, sin dejar rastro. En esos momentos, la única salida parecía ser desaparecer, fundirme en la oscuridad, donde creía que ya no sentiría nada.
Esa tarde fue diferente. Había preparado todo, como siempre lo hacía. Pero justo antes de dar el paso final, algo dentro de mí se rompió, o tal vez, se encendió. Fue un destello, una chispa de miedo mezclada con algo más… algo que no esperaba el deseo de seguir. Me di cuenta de que, a pesar de todo, quería vivir. No por otros, no por lo que me decían que debía hacer, sino porque en el fondo, aún había una parte de mí que no había renunciado del todo.
Fue una revelación abrumadora. ¿Cómo podía desear algo que tanto tiempo había intentado escapar? Pero allí estaba, ese pequeño deseo, gritando en medio del caos. Y supe que no podía ignorarlo más. Había llegado al punto donde entendí que no podía hacerlo solo. Si realmente quería seguir, tenía que buscar ayuda, y eso me aterrorizaba casi tanto como la idea de morir.
Pero pedir ayuda no era una muestra de debilidad. Era un acto de coraje. Lo comprendí en ese momento, cuando marqué el número del terapeuta que me habían recomendado hacía meses, pero nunca me había atrevido a llamar.
Respiré profundamente cuando alguien contestó del otro lado de la línea. Por primera vez en mucho tiempo, me sentí escuchado. Sabía que el camino no sería fácil. Sabía que tendría días buenos y otros terribles. Pero lo más importante era que había tomado la decisión de intentarlo.
Porque, al final, vivir es lo que realmente quiero.
Y eso es lo que más importa.
ANGIE ALEJANDRA OBANDO CAMACHO
Hola, me llamo
Angie Obando Tengo 16 años y nací en Nariño.
Me gusta el
voleibol, aunque no lo hago muy bien.
a veces escribo,
pero no suele ser extenso me gustan los poemas y disfruto hacerlos.
“Una mañana inolvidable”
El aire entraba por el balcón,
Se sentía fresco y cálido,
Los pájaros cantaban en un suave
susurrar.
De repente te vi, despertándome
Con tu dulce voz me mostraste una
Sonrisa mas brillante que el sol,
Tus ojos brillaban más que las estrellas.
Dijiste ven a desayunar y procedí
Hacerlo cuando probe el primer bocado
Sentí un sabor a nostalgia como si
Hace mucho no sintiera esos sabores,
Una lagrima se escapo de mi mejilla
Me preguntantes que me pasaba con
Un gesto de preocupación y te conteste
Mama ni siquiera yo lo se.
Me abrazaste y dijiste toda va a
Estar bien no entendí que paso
Solo se que mis lagrimas no pararon.
Te dije te amo y en el momento
En que suspire sentí paz por primera
Vez.
Mis ojos se cerraron y de repente
Sentí un olor a rosas abrí los ojos
Y escogí las más lindas, empecé a
Caminar suave como si no quisiera
Llegar a mi destino, el aire era fresco
Y podía sentir como el viento transportaba
El dulce olor de las rosas.
Pude visualizar aquel nombre tuyo en
Esa lapida, acomode las flores esperando
Que te gustaran, te agradecí por
Haberme venido a visitar en ese
Sueño que fue para mi “una mañana
Inolvidable”.
Parece que apenas hoy fue que partiste,
Pero quien diría que ya hace dos años
No estas presente, mi madre, mi amiga
De la cual atesoro todos los
Recuerdos, siendo lo único que me queda.
“Soy humano y frágil”
Pocos nos conocemos realmente,
Deseamos mas conocer como somos exteriormente.
Que lo que está en nuestro interior.
Vivimos deseosos de ser alguien más,
Deseando sus ojos,
Su sonrisa y todo su ser.
Somos débiles solo por el hecho de no
Querer conocernos,
De no saber realmente que queremos ser.
Y no se trata de una profesión.
Es el simple hecho de saber quienes
somos, nuestros anhelos, nuestros sueños,
nuestros gustos y hasta lo que nos
disgusta.
Por un momento,
¿sabemos que es ser humano?
¿sabemos cuál es nuestro propósito?
¿Realmente ser frágil está mal?
No saber el destino de nuestra
vida está mal.
Sin fin
Ecos del corazón atraviesan la razón Y secuela en mí Interior.
Se busca el sentido de este, más
no se encuentra.
Deseos vienen Y van, pero tú no estás.
Te encontré, más No decidiste Volver.
En la noche Imagino que tal vez El destino cambié.
Pero al amanecer Vuelvo a comprender
Que nada se puede hacer.
El error pudo ser
de los dos,
Más tu no Comprendiste Lo que hiciste.
Entiendo que tú orgullo pudo más.
La historia.
No termino, Solo se pausó.
Mañana volverás, Pero yo no estaré Porque hace tiempo Te esperé.
Todo tiene un inicio y un
final, pero tú
y yo nunca
vamos a terminar.
Amistad o amor es lo que
brinda mi corazón.
Para ti mi dulce dolor.
MIGUEL ÁNGEL RIASCOS RAMÍREZ
Hola,soy Miguel Ángel Riascos Ramirez del grado 11-2, naci el 2 de Septiembre de 2006 en Cali, Colombia, me encanta el Fútbol, en especial me gusta ser Guardameta, mi equipo favorito es Manchester City, mis aspiraciones para el futuro es ser profesional y cumplir mis metas.
Atrapados
en la Red
Vivo en un mundo irreal, bueno eso dicen
mis padres, pero yo lo llamo Realidad Virtual. Es un mundo creativo o
quizás tiene demás de realidades distintas…
-Y ni hablar del tema porque se pasa de
realismo.
Conozco todo tipo de personas…
-Si, básicamente puedes tener cualquier
rol..
… Ninjas, samurais, soldados, terroristas,
mercenarios, médicos, pilotos y muchísimos más, aunque el más bizarro para mí
son los zombies, que tipo de loco está detrás de esas gafas con ese tipo de
rol. Es un mundo libre donde puedes hacer lo que quieras, yo soy un mercenario
junto con mi amigo de la escuela, jugamos todas las tardes después de la
escuela, tuvimos una misión sobre el Rubí rojo, básicamente es el ítem super
ilimitado que al conseguirlo pasas de ser un jugador normal a tenerlo todo,
literalmente te vuelves un Elon Musk, ¿A quién no le gustaría ser como ese
tipo?, hay de todo tipo de jugadores tratando de conseguir este premio, top
globales, jugadores profesionales, famosos y demás personas de tantos países en
el mundo. ¡Adivinen qué pasó después!, pues nos mataron..
-Sufrimos una emboscada de bombas de gas
de parte del otro equipo.
Y ni contextualizar porque la verdad
morimos muy bobamente.
Obviamente mi amigo quedó muy molesto al
igual que yo, al punto que se desconecto de golpe, un llorón total (es lo
normal al jugar con el que tenga ese tipo de reacción al perder). Al día
siguiente al verlo en la escuela me preocupó, lo veía diferente después de ese
suceso.
Después de unas semanas mi amigo empezó a
faltar, y pensé que se había enfermado o algo por el estilo, lo trataba de
llamar o escribirle para que se conectara a jugar, pensé que se lo tragó la
play, como en Jumanji, no hablemos del tema.
Un nuevo día entrando al colegio veo los
padres de mis amigos, pensé que había vuelto y fui corriendo al salón a ver si
lo encontraba, pero no lo vi, ¿que se habrá hecho este monicaco?, lo busque y
lo busque y hasta confundía a otros chicos con él, pero no lo encontré, ¡Buaf!
donde estará este macaco, al rato pensando
se me hizo raro la presencia de los padres, presentía que para nada esta
pasando algo bueno, y pensé, ¿será que lo mandaron para el ejército?...
-¡No me juzguen apenas tengo 9 años
… ¡Y pensé que seguía yo!, las 12 del
mediodía y terminaron las clases, me dirijo hacia mi casa y abro la puerta,
entonces veo a mis padres con una mirada baja y con calma y sutileza se dirigen
hacia mi diciendo:
-Mark tenemos que hablar contigo.
Entonces yo confundido y mirando a mis
padres desconcertado, nos sentamos en el sofá, mis padres mirándome de frente,
yo pensé dentro de mi cabeza…
-Hasta aquí llegué, me iré a prestar
servicio.
…Entonces mis padres con una voz firme y
sutil mirándome a los ojos me empiezas a explicar qué es lo que ha pasado con
mi amigo Robin y me dicen, Mark tu amigo está en un lugar mejor, yo pensé que
había vuelto a jugar a la realidad virtual, pero mi padre con una voz firme y
directa me dice: “tu amigo se suicidó”
-Mark: ¿¡Queee!?.
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